El 13 de febrero de 1933, el presdiente del gobierno Manuel Azaña transcribe en su Diario: "Tengo malas noticias de lo de Casas Viejas. Me temo lo peor". Efectivamente durante esos meses, y si recogemos sus apreciaciones sobre lo sucedido en Casas Viejas, nos damos cuenta como de un suceso al que al principio no se le dio ninguna importancia por su desconocimiento, terminó por ser
una carga de profundidad que dañó irreversiblemente la viabilidad de su gobierno primero y pasó a engrosar la lista de argumentos de los enemigos de la II República.
Valga este preámbulo para señalar que el tema de esta exposición es de los que indudablemente atraen, y permitirá conocer mejor lo que sucedió en Casas Viejas, evitando y superando de una vez por todas las leyendas, mitos y habladurías. Eso será posible siempre que se consiga fijar la realidad histórica con la mayor objetividad posible.
Por otra parte, esta exposición tiene, sin duda, una clara vocación itinerante por nuestra provincia y será fácilmente exportable por la demanda e interés que despierta siempre el nombre de Casas Viejas. Y por ello, nuestra participación en la difusión de sus contenidos nos colma de satisfacción.
De forma recurrente, y últimamente más, se genera una polémica sobre si se debe o no hablar de la guerra civil o de acontecimientos luctuosos como los ocurridos en Casas Viejas. Nuestra opinión es que estos hechos guardan tanta importancia y trascendencia que no podemos ocultarlos, sino, muy al contrario, se deben discutir lo más posible, pues la vida de muchas personas y familias se vieron marcadas indeleblemente a partir de ellos, y siempre que el tratamiento sea desde un plano en el que quede fuera el resentimiento, el odio, o el rencor; sentimientos en los que fácilmente podemos caer por la pasión y el desgarro con que se vivieron esos periodos de la historia.
No se puede pretender nunca que estos documentos que se presentan se utilicen para ningún ajuste de cuentas, pues debemos entenderlos exclusivamente como documentos históricos que deben servirnos para que no se vuelvan a repetir hechos de esa misma naturaleza.
La visión de estos documentos que nos muestran la sinrazón, el dolor y la tragedia humana nos trae a la memoria aquella anécdota que recordaba Blas Infante cuando tras visitar la choza de Seisdedos recogió un rosal que trasplantó al jardín de su propio domicilio, y sobre el que los agoreros le vaticinaron que daría rosas rojas. Sin embargo, dio "rosas blancas como el armiño", símbolo del mensaje de paz que según él le enviaba Seisdedos.
La historia sobre los sucesos de Casas Viejas ha estado durante mucho tiempo secuestrado durante el régimen dictatorial anterior, por la naturaleza del sistema político imprante, y también, por el propio dolor que estos hechos ocasionaban a nuestro pueblo.
En multitud de ocasiones, he repetido que esa historia había que recuperarla y que, transcurrido tanto tiempo, no podía seguir estando oculta. Sabemos que aquellos sucesos provocaron una lamentable tragedia, pero debemos decir que fue una tragedia en la que murió gente de bien, buenas personas.
Toda esa imagen negra, que durante muchos años se transmitió, era la única visión que se tenía y que se podía transmitir, y, sin embargo, considero que habría que recuperar todo lo que sucedió para de esa manera poder aclararlo y conseguir que impere de manera nítida la verdad.
En este momento presente, y sobre todo mirando hacia el futuro, para nuestro pueblo, para aquellos que son hijos o nietos de los que vivieron aquellos momentos, y también para los que se acercan aquí con algunas noticias o con curiosidad de conocer qué pasó en Casas Viejas aquellos tristes días de enero de 1933, esta exposición puede servir para rescatar de la memoria histórica esos documentos que sin duda arrojarán luz sobre lo acontecido. Esta exposición nos servirá para mirar hacia atrás pero sin ira y con la intención clara de conocer la verdad.
En este sentido, ya dimos un paso importante con la recuperación del nombre de Casas Viejas para nuestro pueblo, del que había sido despojado con el burdo deseo de borrar cualquier huella que recordara aquel levantamiento campesino y su posterior masacre. De esta forma, pensábamos que hacíamos justicia a quienes la historia marcó con un sello de dolor y sangre.
Algunas imágenes, por muy divulgadas, son de sobra conocidas, pero hay otras muchas que no conocíamos y que afortunadamente se nos dan a conocer a través de esta exposición y de su catálogo. Y eso consideramos que es positivo, puesto que así despertamos el interés para saber qué sucedió y quiénes fueron los que tuvieron la responsabilidad de lo que ocurrió. Y está claro, y la historia lo ha demostrado, que la responsabilidad no fue de nuestra gente, sino de aquellos que quisieron acabar con este brote de libertad que se producía o se empezaba a producir en unas personas tan maltratadas tradicionalmente como eran los trabajadores del campo en Andalucía y más cercanamente los de nuestro pueblo.
Esta exposición nos va a permitir enseñar la historia globalmente, con sus aspectos positivos y negativos y de esa forma poder sacar las conclusiones apropiadas y tener juicios objetivos, y descartar las interpretaciones que durante tanto tiempo se han difundido.
Además queremos que esta exposición sea el germen de un centro de interpretación histórica que permita que todos puedan acercarse a conocer nuestro pasado sin mordazas ni ataduras. En esta sala histórica, las imágenes ocuparán un lugar importante y estarán acompañadas por las noticias de la prensa y las publicaciones, tan abundantes, que sobre los "sucesos" se han escrito, desde el completo estudio de antropología social realizado por Jerome R. Mintz titulado Los Anarquistas de Casas Viejas al clásico Historia y Leyenda de casas Viejas de Gerard Brey y Jacques Maurice, sin olvidar el Viaje a la aldea del crimen de Ramón J. Sender o Han pasado los Bárbaros:la verdad sobre casas Viejas de Vicente Ballester y por supuesto las anotaciones que el propio Manuel Azaña realiza en sus diarios.
Esta exposición será también un homenaje a aquellos campesinos que aquellos días de enero emprendieron un viaje sin retorno en busca de la felicidad y la igualdad. Y poder recordar, para no volver a cometer la misma tragedia.