lunes, 11 de mayo de 2009

LA BATALLA DE BAILÉN

Tras su derrota en el combate de Menjíbar del dia 16 de julio, el general Dufour recibió informes sobre que el Cuerpo Volante del coronel Valdecañas se encontraba cerca de Linares y amenazaba Despeñaperros, por lo que resolvió por su cuenta subir a proteger dijo paso con sus fuerzas, abandonando Bailén por considerar que su cometido más importante era asegurar las comunicaciones entre Andalucía y Castilla. De esta manera el día 17 tenía a sus hombres desplegados entre Guarromán, La Carolina y Santa Elena.

Por su parte, el parte del combate de Menjíbar habían llegado al Cuartel General del general Dupont en Andújar, que decidió enviar de regreso las recién llegadas tropas del general Vedel en refuerzo de la amenaza que se cernía sobre Bailén. De esta manera, el general Vedel, al mando de unos 5.500 hombres y 10 piezas de artillería, había salido de Andujar con sus cansadas tropas a las once de la noche del día 16. Llegó a Bailén a las ocho de la mañana del día 17. No encontró a nadie. Los paisanos le informaron falsamente que las fuerzas de Réding se habían juntado con las del coronel Valdecañas en Linares y que juntos se dirigían a Santa Elena, por lo que se veía justificado que el general Dufour se viera forzado a salir en su persecución. Estas noticias alertaron a su vez al general Vedel, que resolvió seguir los pasos del general Dufour por entender que lo prioritario era garantizar las comunicaciones con Castilla. De esta manera, el día 18 de julio las tropas de Dufour estaban en Santa Elena y las de Vedel en La Carolina, habiendo dejado de esta forma la población de Bailén sin guarnición francesa alguna, y a su vez se habían alejado de Andújar, donde estaba el general Dupont.

Además de ésto, dos decisiones más precipitaron los acontecimientos que desembocaron en la Batalla de Bailén:





FUERZAS FRANCESAS

Las fuerzas francesas que chocarían con las españolas desplegadas en Bailén corresponden a las que mandaba personalmente el general Dupont y que abandonaron Andújar la tarde/noche del día 18 de julio. La disposición de la columna de marcha de las tropas de Dupont es importante pues determinaron a la postre el orden de entrada en combate de las mismas:

El propio general Dupont mandaba las fuerzas de la vanguardia, mientras que el general Barbou mandaba las de detrás del convoy. Como resultado de este dispositivo, los franceses, que totalizaban unos 9.000 hombres en condiciones de combatir, avanzaban con una profundidad de 12 kilómetros, de forma que su entrada en combate se hizo de forma sucesiva y no simultánea.

Por otro lado, Dupont dispuso sus tropas en el repliegue para hacer frente a un posible ataque procedente de las fuerzas que Castaños tenía apostadas frente a Andújar, ya que no esperaba encontrar a ningún enemigo frente a su dirección de marcha procedente de Bailén.






FUERZAS ESPAÑOLAS

Mientras tanto, el general Réding, oficial al mando de las fuerzas españolas desplegadas en Bailén por ser el más antiguo, mezcló en su despliegue unidades de las dos divisiones españolas, de tal manera que situó unos 12.750 infantes, 1.266 jinetes y 14 piezas de artillería justo en la línea de alturas de domina Bailén por el oeste y a caballo de la carretera de Andújar, y unos 3.600 hombres en los cerros que dominan Bailén por el norte y el este y a caballo de la carretera de Guarromán.


Despliegue de las unidades de Dupont y Reading durante el tercer ataque de aquel, sobre las 12:00 horas.

Al oeste de Bailén, en dirección hacia Andujar, el general Réding desplegó sus fuerzas de norte a sur en tres líneas: la primera de artillería e infantería, la segunda de infantería e ingenieros y la tercera de caballería. Las unidades del ala derecha se apoyaban en el Cerro de San Valentín; las del centro estaban desplegadas a caballo de la carretera de Andújar; las del ala izquierda se apoyaban en el Haza Valona y desplegaron delante de la carretera de Menjíbar. La dirección de los fuegos de artillería se encomendó a los coroneles D. José Juncar y D. Antonio de la Cruz.


LA BATALLA

La batalla discurrió en diez horas de combates, desde las tres de la mañana hasta la una de la tarde del 19 de julio. La función se desarrolló en diez actos:

Primer acto. 03:00 horas: ataque de la vanguardia francesa sobre El Ventorrillo y despliegue en la Cruz Blanca.

Alrededor de las tres de la mañana del día 19 de julio la vanguardia francesa del mayor Teulet cruzó el río Rumblar por el puente de piedra que lo atravesaba, situado a unos cinco kilómetros al oeste de Bailén. El camino se empinó ascendiendo a las alturas que rodean Bailén por el oeste. Nada más descrestar, a un kilómetro escaso del puente de piedra, los franceses tropezaron con una compañía de cazadores de la Guardia Valona que guarnecía los primeros puestos avanzados españoles, situados en un ventorrillo aislado. Comenzó el tiroteo por ambas partes y los españoles fueron desalojados sin problemas. La alarma estaba daba. El mayor Teuler continuó su avance tres kilómetros más hasta llegar a una zona despejaba denominada la Cruz Blanca, donde fue detenido por las unidades españolas de vanguardia del brigadier Venegas. Así dio comienzo la Batalla de Bailén.

Segundo acto. 03:30 horas: desalojo de la vanguardia francesa de la Cruz Blanca.

Los españoles se dieron cuenta que el enemigo era tan solo una fuerza de vanguardia y deciden desalojarla de su posición de la Cruz Blanca. Para ello atacaron las tropas del ala derecha al mando del brigadier Venegas y las del ala izquierda al mando del brigadier Grimarest.

En la oscuridad se produjo un combate muy vivo. Los españoles tomaron dos piezas de artillería francesas. Estos contraatacaron a la bayoneta y las recuperaron. Acto seguido las franceses, sobrepasados en número, retrocedieron hasta el Rumblar y asentaron sus piezas de artillería en la otra orilla. El brigadier Grimarest lanzó el Regimiento de Caballería Farnesio contra el enemigo en retirada; pero el mayor Teuler formó un escuadrón de cazadores alineado en la carretera y con su fuego de fusilería y el de sus cañones mantuvo a raya a los del Farnesio.

Seguía sin amanecer y la confusión persistía. Los españoles cesaron en su ataque y retrocedieron a sus posiciones originales, excepto el 1er. Escuadrón del Regimiento de Farnesio que desplegó al este del puente del Rumblar para dominar su carretera de acceso, y el Batallón Provincial de Ciudad Real, 30 jinetes del Regimiento España y la 2ª Compañía de Zapadores, que desplegaron en el Cerrajón dominando con sus fuegos el acceso a la Cruz Blanca.

Tercer acto. 05:00 horas: carga de la Brigada de Cazadores Dupré.

Dupont oyó los disparos de cañón a unos cinco o seis kilómetros del puente del Rumblar. Enseguida ordenó al jefe de su caballería, general Fresia, que hiciera avanzar sus dos brigadas. La Brigada Dupré, formada por dos regimientos de cazadores con un total útil de unos 500 jinetes, marchaba delante del convoy, por lo que llegó antes a reunirse con las fuerzas del mayor Teuler trayendo consigo sus seis piezas de artillería.

Sobre las cinco de la mañana, con las primeras luces del alba, Dupré cruzó el puente del Rumblar con el 1er. Regimiento de Cazadores de su Brigada y se lanzó sobre el 1er. Escuadrón del Regimiento de Farnesio. Dos escuadrones franceses se lanzaron sobre los españoles, arroyándolos tras un breve combate. Los jinetes franceses, lanzados a la carga, rebasaron el alto de la Cruz Blanca y consiguieron llegar hasta la batería central del dispositivo español, donde dieron acometieron a cuchilladas a sus sirvientes. Allí fueron atacados de flanco por el Batallón de Infantería de Ceuta y el Regimiento de Infantería de la Reina, y sufrieron la carga del 2º Escuadrón del Regimiento de Farnesio. Ante tal ataque, el regimiento francés se retiró con graves pérdidas hasta alcanzar la Cruz Blanca, donde se le unió el 2º Regimiento de Cazadores de la Brigada Dupré. Las fuerzas de esta Brigada habían quedado reducidas a unos 400 jinetes.

Cuarto acto. 05:30 horas: duelo artillero.

Tras el fracaso de la primera carga de caballería, los franceses esperaron la llegada de nuevas fuerzas al combate. Mientras tanto habían desplegado las cuatro piezas de la vanguardia y las seis de la Brigada Dupré a la izquierda de la Cruz Blanca, en la falda del Zumacar Chico. La artillería francesa eran piezas de a cuatro libras, mientras que la española eran piezas de a ocho y de a doce, de mayor alcance y potencia. Mientras llegaban las tropas de la Brigada de Infantería Chabert se produjo un duelo artillero que duró aproximadamente una hora y en el que los franceses llevaron la peor parte, resultando cinco piezas suyas desmontadas.

Quinto acto. 06:30 horas: Primer asalto. Contraataque de la Brigada Dupré a la derecha española; carga de la Brigada Privé a la izquierda española; ataque de la Brigada Chabert al centro español.

Sobre las seis de la mañana llegaron al puente del Rumblar la Brigada de Infantería Chabert y la Brigada de Dragones Privé. A esa hora del día, Dupont disponía de 10 cañones, 1400 jinetes y unos 3.100 infantes. La Brigada Pannetier marchaba detrás del convoy, situado aún a unos cinco kilómetros del puente, por lo que en menos de dos horas no podía contar con sus hombres.

Dupont decidió atacar sin esperar más tiempo, presionado por su temor de que Castaños apareciese por su espalda. Para ello organizó cuatro columnas sobre la base de los cuatro batallones de infantería (tres de la 4ª Legión y uno suizo) flanqueadas a la derecha por los Dragones y Coraceros de Privé y a la izquierda por los Cazadores de Dupré. Apoyados por las piezas de artillería asentadas en la Cruz Blanca atacarían la batería central española directo hacia Bailén. Pero el general Réding también temía que apareciesen Vedel y Dufour a su espalda, por lo que ordenó a Venegas y Coupigny que atacasen a los franceses por los flancos.

El general Venegas descendió el Cerro Valentín contra el ala izquierda francesa con el Regimiento de Órdenes Militares y los cazadores de la Guardia Valona. Dupont no esperaba este súbito ataque español y lanzó contra ellos los 400 jinetes que le quedaban al general Dupré. Entre ambas fuerzas existía un profundo y ancho barranco que la caballería francesa tuvo que rodear bajo el intenso fuego de los españoles, lo que les ocasionó gran número de bajas. A pesar de ello los jinetes franceses salvaron el obstáculo y cargaron contra la infantería española, que se retiró de vuelta al Cerro Valentín protegida por las unidades allí desplegadas.

Mientras tanto las fuerzas españolas desplegadas en el Cerrajón desde el combate con la vanguardia del mayor Teuler hostigaban con sus fuegos el flanco derecho francés en la Cruz Blanca, por lo que Dupont envió contra ellos los Dragones y Coraceros de Privé. Éste rodeó por la izquierda la posición española con intención de atacarles de flanco desde El Portillo de la Dehesa y cortarles la retirada, por lo que los españoles se replegaron precipitadamente hacia la línea principal española, dejando una bandera en poder del enemigo. El marqués de Coupigny había avanzado para reforzarles con el Regimiento de Jaén, el 1er. Batallón del Regimiento Réding y la 4ª Compañía de Zapadores, apoyados por los jinetes del escuadrón del Regimiento España y los "garrochistas". Todos ellos fueron atacados por los jinetes de Privé, que en su carga diezmaron a los jinetes españoles, a decenas de zapadores y se lanzaron sobre el Regimiento de Jaén.

En el combate que siguió murió el coronel del regimiento D. Antonio Moya y su ayudante el capitán D. Carlos Sevilla; el regimiento fué arrollado y los franceses cogieron la bandera de su regimiento. La presión de la cabballería francesa era tal que se temió por el flanco izquierdo de la línea española, obligando a adelantar los Regimientos Provinciales de Bujalance, Cuenca y Trujillo para acoger los restos de las unidades que se vieron obligadas a replegarse, siendo dirigidos a la voz en todo momento por sus coroneles Marqués de las Atayuelas, D. Pedro Conesa y D. Diego de Carvajal. Finalmente, las piezas de a doce de la batería de la izquierda española dispararon a mansalva sobre los jinetes franceses, que se vieron forzados a volver grupas.

Simultáneamente, el general Chabert avanzó al frente de las columnas de infantería contra la batería central española. Los infantes y artilleros franceses fueron objeto de un duro fuego de cañón de las tres baterías españolas que concentraron su fuego sobre el avance francés. A pesar de ello, los franceses avanzaban amenazadores. El primer batallón de la 4ª Legión se encontraba a unos 300 metros de la batería central española cuando los Regimientos de Caballería Farnesio y Borbón cargaron contra ellos desde ambos los flancos de la batería, Farnesio por la derecha y Borbón por la izquierda, acuchillando y arrollando a los franceses y obligándoles a retroceder. El pánico se apoderó de los franceses, que huyen hacia los olivares de la Cruz Blanca arrastrando en su huida a los batallones que le seguían. Desde allí hacen fuego sobre los jinetes españoles, causando la muerte del coronel del Farnesio, teniente coronel D. Francisco Bonet.

Los escuadrones de Farnesio y Borbón se disponían a regresar a su línea de partida cuando les salieron al encuentro los coraceros y dragones del general Privé, reorganizados tras sus cargas contra el ala izquierda española. En el choque que se produjo inmediatamente murieron otros cuatro oficiales del Farnesio: el oficial D. Gregorio Prieto, el teniente D. Joaquín Tornos y los ayudantes D. José Daguino y D. Antonio Angulo. Los franceses empujaron a los jinetes españoles hasta la batería central, donde se reorganizaron e hicieron frente a los coraceros y dragones franceses auxiliados por los sirvientes de las piezas de artillería que vieron la acción de cerca por segunda vez en la batalla. Los españoles se vieron obligados a mandar unidades de reserva para rechazar a los valientes jinetes franceses, que resultaron terriblemente diezmados en la acción.

Sexto acto. 08:30 horas: Segundo asalto. Contraataque de las Brigadas Pannetier y Privé a la derecha española.

Sobre las ocho y media de la mañana llegaron al puente del Rumblar el resto de las fuerzas de Dupont. A esa hora, tras el fracaso del primer ataque francés, Réding decidió sacar partido de su superioridad numérica antes de que se presentara Vedel por su espalda, y ordenó al general Venegas que atacara el flanco izquierdo francés con todas su fuerzas (4 batallones, 1 compañía y 3 escuadrones) desde Cerro Valentín hacia el Zumacar Chico.

Dupont envió contra estas fuerzas la recién llegada Brigada Pannetier, aun no repuesta de su fatigosa marcha. Estaba formada por dos batallones de la 3ª Legión y otros dos de la Guardia de París. Se dirigieron directamente desde el Ventorrillo del Rumblar hacia Zumacar Grande a través de un terreno muy accidentado y lleno de espeso monte bajo. Mientras tanto, los Marinos de la Guardia se dirigieron hacia la Cruz Blanca para proteger las piezas de artillería allí desplegadas.

El avanze de la Brigada Pannetier obligó a Venegas a detenerse en el Zumacar Grande, donde contivieron los ataques de los agotados infantes franceses. Dupont se vió abligado a lanzar contra los españoles de nuevo a la Brigada Privé, cuya carga obligó a Venegas a retroceder a sus posiciones originales en Cerro Valentín. El Regimiento de Órdenes Militares cubrió la retirada del resto de las fuerzas y sufrió gran número de bajas.

Tras el fracasado avance de Venegas, la Brigada Pannetier se desplegó junto al Zumacar Chico para hacer frente a una nueva intentona de la derecha española.

Séptimo acto. 10:00 horas: Tercer asalto. Segundo ataque de las Brigadas Chabert y Dupré contra el centro español.

Los soldados franceses estaban cansados por el esfuerzo, el calor y la sed. A pesar de ello Dupont intentó de nuevo forzar el centro español. Para ello volvió a formar las cuatro columnas al mando de Chabert y las lanzó al ataque contra la batería central española. La infantería francesa fue detenida por el nutrido fuego de fusil y de cañón de los españoles. Diezmadas y desorganizadas, las columnas de Chabert retrocedieron. Para proteger su repliegue hacia el olivar de la Cruz Blanca, el general Dupré se lanzó a la carga con los 150 jinetes que le quedaban. Llegaron hasta la batería, si bien el ataque les costó un tercio de sus efectivos, entre ellos el propio general Dupré, muerto por el impacto de un casco de metralla en el bajo vientre.


Croquis de la batalla de Bailén durante el segundo asalto francés, sobre las 10:00 horas.

Octavo acto. 12:00 horas: Cuarto asalto. Tercer ataque francés al centro español.

Hacia el mediodía, Vedel seguía sin aparecer y la amenaza de Castaños seguía en la mente de Dupont, por lo que éste intentó un nuevo y desesperado ataque. Retiró los dos batallones de la 3ª Legión de las fuerzas de Pannetier que estaban desplegadas frente al ala derecha española y las colocó en el flanco izquierdo de su línea de ataque. En el flanco derecho colocó el 2º Batallón de Regimiento Suizo nº 4, un batallón de la 4ª Legión y los efectivos de la Brigada Suizo-Española del general Schramm. En el centro de su línea de ataque colocó los 400 Marinos de la Guardia; detrás de ellos los dos batallones que quedaban de la Brigada Chabert. A ambos lados de la línea colocó los 100 jinetes que quedaban de la Brigada Dupré, cincuenta a cada lado. Delante de la formación se colocaron el general Dupont y el resto de los generales.

Los franceses avanzaron bajo un calor de 40 grados a la sombra y un diluvio de balas y metralla. Su columnas quedaron pronto muy diezmadas y comenzaron a flaquear. Tan solo los Marinos de la Guardia dieron muestras de firmeza, pues avanzaban impertérritos hacia los españoles y cerrando sus filas. Fue entonces cuando el general Dupont recibió un balazo en la cadera y se le vió vacilar en su caballo. Los infantes franceses se detuvieron creyendo muerto a su general y comenzaron su retirada hacia el olivar de la Cruz Blanca. Los Marinos de la Guardia se vieron forzados a retroceder a su vez para no quedarse aislados. Por su parte, los suizos de la Brigada Rouyer chocaron contra la unidad española que tenían frente a ellos, que resultó ser el Regimiento Réding nº. 3, por lo que se negaron a pelear y confraternizaron con sus camaradas. Posteriormente, mientras tenían lugar las negociaciones de rendición de Dupont, se pasarían a los españoles 1.380 soldados suizos, mientras que los oficiales de ambos regimientos y 308 soldados permanecieron con los franceses y fueron contados entre los prisioneros.

Noveno acto. 13:00 horas: Dupont solicita a Réding suspender el combate.

Sobre la una del mediodía los soldados franceses estaban totalmente extenuados; ni los oficiales podía ya organizarlos. Dupont tan solo disponía de unos 2.000 soldados en condiciones de combatir: los dos batallones de la Guardia de París, los jinetes de la Brigada Privé y los Marinos de la Guardia. Por su parte, Vedel seguía sin aparecer; la amenaza de Castaños seguía latente, y la línea española desplegada frente a Dupont seguía entera y compacta, sin ninguna fisura. En esto el destacamento volante de Cruz Mourgeón apareció por la retaguardia de los franceses a la altura del poblado del Rumblar.

Dupont desistió de seguir luchando. Envió a su ayudante, el capitán de Villouters, a solicitar al general Réding suspender el combate y paso libre a través de Bailén. Réding aceptó a lo primero, pero se negó a lo segundo y le informó que debía consultar con el general Castaños, para lo cual el capitán sería acompañado por los coroneles D. Antonio de la Cruz y D. Francisco Copons hasta Andújar en busca de Castaños.

Sobre las dos de la tarde apareció en el puente del Rumblar la vanguardia de la columna que Castaños había enviado desde Andújar para perseguir a Dupont. Eran 9.375 hombres y 12 cañones de la División Lapeña y parte de la División Jones, al mando del primero. Este fue informado de la suspensión del combate y tomó posiciones tras el Rumblar, dominando por completo las tropas de Dupont.

A esa hora dieron comienzo las negociaciones entre franceses y españoles para lograr la rendición de las tropas francesas.

Décimo acto. 17:00 horas: Aparición y ataque de Vedel.

A las cinco de la tarde del día 19 de julio el general Vedel llegó procedente de La Carolina y Guarromán. Había realizado el camino de regreso con una lentitud increible, de tal modo que, a pesar de oir los disparos de cañón y fusilería, nunca creyó que su superior estuviese en problemas. Cuando sus exploradores le informaron de la situación, se dispuso a atacar los cerros del Ahorcado y San Cristobal según el siguiente dispositivo:

  • Una columna formada por el 1er. Batallón de la 5ª Legión y el 1er. Batallón del 3er. Regimiento Suizo, ambos de la Brigada Poinsont, atacaría el Cerro de San Cristóbal.

  • Otra columna formada por los batallones 2º y 3º de la 5ª Legión de la misma brigada atacarían el Cerro del Ahorcado.

  • El 6º Regimiento Provisional de Dragones, al mando del General Boussart, rodearía el Cerro del Ahorcado para cortar la retirada a sus defensores.

  • Los tres batallones de la 1ª Legión permanecerían en reserva.

Antes de dar la señal de ataque se presentaron con bandera blanca ante Vedel dos oficiales españoles para darle cuenta del alto el fuego existente entre Dupont y Réding. Vedel concedió quince minutos a su ayudante, comandante Meunier, para que confirmara la noticia del propio Dupont. Evidentemente el plazo era muy corto, y Vedel ordenó atacar. El combate duró escasamente media hora y se desarrolló de la siguiente manera:

  • Los españoles del Cerro del Ahorcado, que habían sido reforzados por Réding con dos cañones y una compañía de zapadores, estaban confiados por el alto el fuego existente. Habían formado pabellones y estaban descansando. Fueron rodeados por los franceses y los 1.600 españoles desplegados en el Cerro tuvieron que rendirse.

  • Los españoles del Cerro de San Cristóbal, que habían sido reforzados con el Regimiento de Órdenes Militares y las compañías de granaderos del Regimiento de Línea de Jaén, rechazaron a los asaltantes mediante un vigoroso contraataque a la bayoneta.

A las seis de la tarde se presentó ante Vedel el capitán Barbarín, ayudante de Dupont, con la orden de suspender las acciones contra los españoles, dandose con ello por terminada la batalla de Bailén.

Durante la batalla la artillería española desmontó catorce piezas enemigas.

Las bajas francesas se evaluaron en 2.200 muertos y 400 heridos. Entre los muertos destaca el general Dupré, jefe de la Brigada de Cazadores.

Los españoles perdieron 243 muertos y 735 heridos. Entre los muertos se contaron los siguientes jefes y oficiales:

  • Coronel D. Antonio Moya, jefe del Regimiento de Jaén.
  • Teniente Coronel D. Francisco Cornet, jefe del Regimiento de Caballería Farnesio.
  • Capitán D. Carlos Sevilla, del Regimiento de Jaén.
  • Capitán D. Gregorio Prieto, del Regimiento de Caballería Farnesio.
  • Capitán D. Alonso González, del Regimiento de Caballería de España.
  • Capitán D. Miguel de Sanjuán, del Regimiento de Caballería de España.
  • Teniente D. Joaquín Tornos, del Regimiento de Caballería Farnesio.
  • Oficial D. Gregorio Prieto, del Regimiento de Caballería Farnesio.
  • Ayudante D. José Daguino, del Regimiento de Caballería Farnesio.
  • Ayudante D. Antonio Angulo, del Regimiento de Caballería Farnesio.
  • Subteniente D. José Ariza, de Provinciales.
  • Subteniente D. Natalio Garrido, de Provinciales.
  • Subteniente D. Nicolás Muñoz, de Provinciales.
  • Cadete D. José Demblans, del Regimiento de Órdenes Militares.


CONSECUENCIAS

La derrota de Dupont se concertó en las Capitulaciones de Andújar, firmadas entre Castaños y Dupont el 22 de julio, por las que las fuerzas francesas que combatieron en Bailén quedaban prisioneras de guerra, y las divisiones de Vedel y Dufour se obligaban a dejar las armas en el terreno, debiendo todas las fuerzas de Dupont marchar hacia el sur de Andalucía, donde se las repatriaría hacia Francia. Con esto se evitaba que su rendición se hiciese hacia Madrid, donde podían volver a combatir de nuevo contra los ejércitos españoles que allí se afanaban contra el francés.

Entre los días 22 y 24 de julio se consumó la rendición de las tropas francesas, y el día 28 de julio se presentó oficialmente en Madrid el capitán De Villoutreys con una escolta de caballería española portando una copia de las Capitulaciones de Andújar. Como consecuencia de la derrota de Dupont, el rey José evacuó Madrid el 1 de agosto de 1808, iniciándose la retirada francesa hacia la línea del río Ebro y dando fin a la primera campaña de 1808.

domingo, 10 de mayo de 2009

EL BOMBARDEO DE ALMERIA POR LOS ALEMANES

El bombardeo de Almería por una flota alemana durante la Guerra Civil Española es sin duda un nefasto episodio mucho menos conocido que el bombardeo de Guernica, y aunque por desgracia el bombardeo de la ciudad vasca causó muchas más víctimas, no tan grande fue la diferencia en su importancia y repercusión internacional.

Almería desde el comienzo de la terrible contienda temía los ataques de los rebeldes franquistas, durante el cerco a Málaga en Febrero de 1937 y especialmente tras su caída en manos "nacionales", Almería sufrió numerosos bombardeos tanto aéreos como navales. Sin embargo el episodio que ahora recojo se remonta al 29 de Mayo de 1.937, este día el acorazado de bolsillo alemán Deutschland fue atacado por dos aviones republicanos en aguas de Ibiza, muriendo una veintena de marineros y setenta y dos fueron heridos. Según Hugh Thomas los republicanos confundieron al Deutschland con el Canarias, ya que no estaba en la zona de control alemán sino en el francés, y no guardaba la distancia mínima de 10 millas respecto a la costa que se había acordado. El gobierno republicano por su parte alegó que el buque alemán disparó primero contra los aviones españoles que contestaron el ataque.

La noticia del incidente provocó la ira de Hitler que llegó incluso a plantearse declarar la guerra a la II República Española, finalmente se impuso la serenidad y "sólo" acordaron una acción de represalia contra una ciudad española. Se pensó en una ciudad abierta geográficamente, sin defensas militares de importancia y que no fuera Barcelona o Valencia para evitar demasiado eco internacional. Así las cosas y como Almería estaba dentro de la zona de control marítimo alemán, se ordena que al amanecer del día 31 de Mayo se atacara la ciudad. El comunicado del comandante militar de Almería al Ministerio de Defensa republicano narró así los hechos:

"Sobre las 5,30 de la madrugada fui avisado de que por la parte de Cartagena venían un acorazado y cuatro destructores de nacionalidad alemana. A las 5,45 los buques ponían proa hacia este puerto, señalándose una distancia de 20.000 metros. Los barcos continuaron avanzando y a una distancia de 12 kilómetros, aproximadamente, observada por telémetro desde las baterías de costa, rompieron el fuego sin notificación o aviso sobre la población de Almería, sin perseguir dentro de ella objetivo alguno concreto, pues sembraron de proyectiles todo el casco de la ciudad, calculándose unos doscientos los disparos hechos.
La batería de costa contestó al fuego de la escuadra, la cual se alejó lanzando una columna de humo. El observatorio de la batería distinguió perfectamente los colores de la bandera alemana de los buques agresores.
Estos hicieron si entrada por Cabo de Gata hasta la altura de Roquetas, donde viraron para acercarse a Almería, poniéndose en línea de combate y cruzando la bahía.
Al retirarse lo hicieron también por Cabo de Gata rumbo a Levante. Se han derrumbado varios edificios, habiendo muertos y heridos, cuyo número no se puede todavía fijar. En este momento comienzan las labores de desescombro (...)
"

Los navíos utilizados en el ataque fueron el acorazado de bolsillo Admiral Scheer y los destructores Albatros, Leopard, Seeadler y Lluchs. El bombardeo duró treinta minutos sin interrupción y otros diez con intervalos de dos minutos. En cuanto a las calles y lugares más afectados podemos destacar Pescadería, el Parque, la zona de las Almadravillas, la Avenida de la República (actual Paseo de Almería) y sus calles adyacentes, el barrio de la Plaza de Toros ... En general, el ataque se extendió a toda la ciudad. Entre los edificios dañados, citemos la Catedral, la Iglesia de San Sebastián, la sede de la Cruz Roja, la rotonda del Banco Español de Crédito, la Estación ferroviaria y el local del diario ugetista almeriense "Adelante".

En cuanto a víctimas y aunque diversas fuentes varían su número, podemos cifrar el número de muertos en treinta y uno, mientras que el de heridos resulta incalculable.

Tras la venganza alemana se produjo una oleada de protestas internacionales. El ministro de Defensa Indalecio Prieto propuso atacar la flota alemana, aunque eso llevaría a un enfrentamiento abierto con Alemania (o quizás por esa razón). Azaña y la influencia rusa hicieron fracasar la propuesta. El presidente de la República llegó a manifestar:
"Hay que evitar que el Deutschland se convierta en nuestro Maine".

Prehistoria

Los primeros vestigios humanos encontrados en la zona corresponden a un Neandertal que puede datar en torno al 32.000 a.C. aproximadamente. Según los últimos estudios, el asentamiento definitivo de población se produjo en torno al siglo III a.C. en la zona denominada "Colina de los Quemados" hoy ocupada por el Parque Cruz-Conde.

Época prerromana

Parece que la Corduba turdetana no tenía mucha importancia. En esa época, con el ascenso por el Guadalquivir de los cartagineses el asentamiento recibe nuevas influencias externas.

Época romana

Córdoba, Puente Romano y Mezquita-CatedralLos romanos la conquistaron en el 152 adC, la llamaron Corduba y la convirtieron en la capital de la Hispania Ulterior, y posteriormente de la Betica. En época de dominación romana, llegó a poseer más edificios lúdicos que la propia Roma.

Época visigoda

Córdoba, quizá por motivos religiosos (por la fuerte implantación del catolicismo frente al arrianismo), nunca llegó a aceptar el poder visigodo, lo que demostró (y consigió durante algunas épocas) mediante revueltas al poder centralista. Eso provocó el maltrato de la ciudad por parte del poder dominante, favoreciendo a otras como Hispalis.

Época musulmana

En 716 se convierte en capital de Al-Andalus. Bajo el califato Omeya alcanzó su máximo apogeo demográfico (según algunas fuentes, más de 1.000.000 hab.), comercial y cultural. En esta época se terminó la Mezquita de Córdoba y se edificó a sus afueras la lujosa ciudad de Medina Azahara o Madinat-al-Zahra. En el terreno cultural se alcanzó un gran esplendor, contando, durante el califato de Alhaken II con la mayor biblioteca del mundo en esa época.

Época cristiana (Edad Media)

Con los almohades perdió su condición de capital de Al-Andalus. Lo que significó el inicio de su larga decandencia, acentuada cuando en 1236 fue conquistada por los cristianos (Fernando III).

Fue plaza fuerte para la conquista de Granada por parte de los Reyes Católicos que establecieron durante varios años la corte en la ciudad. Siendo en ese tiempo cuando Critobal Colón, conoció a la cordobesa Beatriz Enríquez de Arana, con la que nunca se casó, pero que fue madre de su segundo hijo, Fernando Colón. Cuando El Almirante partió en 1492, envió a Córdoba también a su hijo Diego, para que le esperara junto a su hermano Fernando y su "madre adoptiva" Beatriz.

De está época también sobresale la figura de Gonzalo Fernández de Córdoba el "Gran Capitán".

Siglo XVI hasta la actualidad

Paseo sobre las vías del tren de alta velocidad AVEAl adelantado Don Jerónimo Luis de Cabrera, conquistador de nuevas tierras americanas, también lo inspiraron sus solariegos recuerdos andaluces cuando cumplió con la promesa hecha a su esposa, cordobesa, bautizando con el nombre de "Córdoba de la Nueva Andalucía" a la mediterránea plaza fuerte por él fundada a orillas del rio Suquía con cercanas serranías en 1573, hoy segunda ciudad del país y prestigiosa sede universitaria y cultural de Argentina.

En esta época y debido a diversas epidemias, sequías, y malos gobernantes en la ciudad, Córdoba perdió gran parte de su mentalidad luchadora y abierta, lo que fue caldo de cultivo para el derrotismo, a veces llamado erroneamente senequismo, que aún aflora en nuestros días. Esta decadencia terminó a principios del siglo XX con la recuperación demográfica, aunque no fue correspondida por una verdadera recuperación económica. Tendencia que no cambió hasta mediado el siglo con la aparición de movimientos culturales importantes que han ido abriendo, poco a poco, la forma de pensar de la población.

jueves, 30 de abril de 2009

Sucesos De Casas Viejas





El 13 de febrero de 1933, el presdiente del gobierno Manuel Azaña transcribe en su Diario: "Tengo malas noticias de lo de Casas Viejas. Me temo lo peor". Efectivamente durante esos meses, y si recogemos sus apreciaciones sobre lo sucedido en Casas Viejas, nos damos cuenta como de un suceso al que al principio no se le dio ninguna importancia por su desconocimiento, terminó por ser

una carga de profundidad que dañó irreversiblemente la viabilidad de su gobierno primero y pasó a engrosar la lista de argumentos de los enemigos de la II República.

Valga este preámbulo para señalar que el tema de esta exposición es de los que indudablemente atraen, y permitirá conocer mejor lo que sucedió en Casas Viejas, evitando y superando de una vez por todas las leyendas, mitos y habladurías. Eso será posible siempre que se consiga fijar la realidad histórica con la mayor objetividad posible.

Por otra parte, esta exposición tiene, sin duda, una clara vocación itinerante por nuestra provincia y será fácilmente exportable por la demanda e interés que despierta siempre el nombre de Casas Viejas. Y por ello, nuestra participación en la difusión de sus contenidos nos colma de satisfacción.

De forma recurrente, y últimamente más, se genera una polémica sobre si se debe o no hablar de la guerra civil o de acontecimientos luctuosos como los ocurridos en Casas Viejas. Nuestra opinión es que estos hechos guardan tanta importancia y trascendencia que no podemos ocultarlos, sino, muy al contrario, se deben discutir lo más posible, pues la vida de muchas personas y familias se vieron marcadas indeleblemente a partir de ellos, y siempre que el tratamiento sea desde un plano en el que quede fuera el resentimiento, el odio, o el rencor; sentimientos en los que fácilmente podemos caer por la pasión y el desgarro con que se vivieron esos periodos de la historia.

No se puede pretender nunca que estos documentos que se presentan se utilicen para ningún ajuste de cuentas, pues debemos entenderlos exclusivamente como documentos históricos que deben servirnos para que no se vuelvan a repetir hechos de esa misma naturaleza.

La visión de estos documentos que nos muestran la sinrazón, el dolor y la tragedia humana nos trae a la memoria aquella anécdota que recordaba Blas Infante cuando tras visitar la choza de Seisdedos recogió un rosal que trasplantó al jardín de su propio domicilio, y sobre el que los agoreros le vaticinaron que daría rosas rojas. Sin embargo, dio "rosas blancas como el armiño", símbolo del mensaje de paz que según él le enviaba Seisdedos.

La historia sobre los sucesos de Casas Viejas ha estado durante mucho tiempo secuestrado durante el régimen dictatorial anterior, por la naturaleza del sistema político imprante, y también, por el propio dolor que estos hechos ocasionaban a nuestro pueblo.

En multitud de ocasiones, he repetido que esa historia había que recuperarla y que, transcurrido tanto tiempo, no podía seguir estando oculta. Sabemos que aquellos sucesos provocaron una lamentable tragedia, pero debemos decir que fue una tragedia en la que murió gente de bien, buenas personas.

Toda esa imagen negra, que durante muchos años se transmitió, era la única visión que se tenía y que se podía transmitir, y, sin embargo, considero que habría que recuperar todo lo que sucedió para de esa manera poder aclararlo y conseguir que impere de manera nítida la verdad.

En este momento presente, y sobre todo mirando hacia el futuro, para nuestro pueblo, para aquellos que son hijos o nietos de los que vivieron aquellos momentos, y también para los que se acercan aquí con algunas noticias o con curiosidad de conocer qué pasó en Casas Viejas aquellos tristes días de enero de 1933, esta exposición puede servir para rescatar de la memoria histórica esos documentos que sin duda arrojarán luz sobre lo acontecido. Esta exposición nos servirá para mirar hacia atrás pero sin ira y con la intención clara de conocer la verdad.

En este sentido, ya dimos un paso importante con la recuperación del nombre de Casas Viejas para nuestro pueblo, del que había sido despojado con el burdo deseo de borrar cualquier huella que recordara aquel levantamiento campesino y su posterior masacre. De esta forma, pensábamos que hacíamos justicia a quienes la historia marcó con un sello de dolor y sangre.

Algunas imágenes, por muy divulgadas, son de sobra conocidas, pero hay otras muchas que no conocíamos y que afortunadamente se nos dan a conocer a través de esta exposición y de su catálogo. Y eso consideramos que es positivo, puesto que así despertamos el interés para saber qué sucedió y quiénes fueron los que tuvieron la responsabilidad de lo que ocurrió. Y está claro, y la historia lo ha demostrado, que la responsabilidad no fue de nuestra gente, sino de aquellos que quisieron acabar con este brote de libertad que se producía o se empezaba a producir en unas personas tan maltratadas tradicionalmente como eran los trabajadores del campo en Andalucía y más cercanamente los de nuestro pueblo.

Esta exposición nos va a permitir enseñar la historia globalmente, con sus aspectos positivos y negativos y de esa forma poder sacar las conclusiones apropiadas y tener juicios objetivos, y descartar las interpretaciones que durante tanto tiempo se han difundido.

Además queremos que esta exposición sea el germen de un centro de interpretación histórica que permita que todos puedan acercarse a conocer nuestro pasado sin mordazas ni ataduras. En esta sala histórica, las imágenes ocuparán un lugar importante y estarán acompañadas por las noticias de la prensa y las publicaciones, tan abundantes, que sobre los "sucesos" se han escrito, desde el completo estudio de antropología social realizado por Jerome R. Mintz titulado Los Anarquistas de Casas Viejas al clásico Historia y Leyenda de casas Viejas de Gerard Brey y Jacques Maurice, sin olvidar el Viaje a la aldea del crimen de Ramón J. Sender o Han pasado los Bárbaros:la verdad sobre casas Viejas de Vicente Ballester y por supuesto las anotaciones que el propio Manuel Azaña realiza en sus diarios.

Esta exposición será también un homenaje a aquellos campesinos que aquellos días de enero emprendieron un viaje sin retorno en busca de la felicidad y la igualdad. Y poder recordar, para no volver a cometer la misma tragedia.

EDAD MODERNA

Andalucía en la Corona de Castilla

El mapa muestra la extensión de los reinos de Jaén, Córdoba, Sevilla y Granada, llamados los Cuatro reinos de Andalucía.

La debilidad derivada de la desintegración del poder almohade y la subsiguiente creación de los terceros reinos taifas, favoreció la rápida conquista o reconquista cristiana de las tierras del valle del Guadalquivir por parte de San Fernando y Alfonso X el Sabio. Córdoba se conquistó en 1236, Jaén en 1246 y Sevilla en 1248, surgiendo el germen de la Andalucía histórica, condicionada por la permanecía de parte de población musulmana (los mudéjares), por la repoblación con gente cristiana proveniente de territorios peninsulares más septentrionales, por el asentamiento de colonias de mercaderes extranjeros y por un largo proceso de feudalización del territorio andaluz. Todo ello bajo la influencia del reino nazarita de Granada a través de La Frontera y la amenaza de las incursiones de los benimerines, definitivamente derrotados en la Batalla del Salado en 1340. El Reino de Granada sobrevivió hasta 1492, cuando los Reyes Católicos terminaron la conquista. La Reconquista de Granada en 1492 puso fin a la dominación musulmana.Desde entonces y durante todo el Antiguo Régimen, el territorio de la actual Andalucía lo constituyeron los reinos de Jaén, Córdoba, Sevilla y Granada, todos ellos integrados en la Corona de Castilla y frecuentemente denominados los cuatro reinos de Andalucía.

Partida del puerto de Palos 1492, pintura de Evaristo Domínguez, en el ayuntamiento de Palos de la Frontera.
Señoríos jurisdiccionales en el Reino de Sevilla hacia el reinado de Carlos I.
Vista del Sevilla y su puerto en el siglo XVI, por Alonso Sánchez Coello
Gaspar Pérez de Guzmán y Sandoval, IX duque de Medina Sidonia en la jornada de El Algarve.

El 3 de agosto de 1492 partió de la localidad onubense de Palos de la Frontera la primera expedición colombina, que dio como resultado el descubrimiento de América. Muchos andaluces en su mayoría onubenses,como los Pinzón, los Niño y tantos otros participaron en dicha empresa, que usualmente se toma como hito para marcar el final de la Edad Media y el comienzo de la Moderna. Los marinos de la costa onubense fueron pieza clave en la realización del proyecto colombino, ya que tenían una larga tradición y experiencia náutica, y habían demostrado sus cualidades en las navegaciones atlánticas, mediterráneas y en las guerras con el vecino reino de Portugal. Los Lugares colombinos, entre los que destaca por su fama el Monasterio de La Rábida, son testigos de esta época.

El inicio del contacto con América por los castellanos y su mantenimiento hasta el final del período colonial, se hizo casi exclusivamente desde Andalucía. La razón de la importancia del fenómeno americano para Andalucía radica en que todo el tráfico con el nuevo continente se convirtió en un monopolio, jurídicamente castellano, pero físicamente andaluz. Andaluces en su mayoría fueron también los protagonistas de los denominados "viajes menores o andaluces",que acabaron con el monopolio del almirante Colón en los viajes hacia América. Esta es una época de esplendor y gran auge para la región, que se convierte en la más rica y cosmopolita de España y una de las regiones más influyentes a nivel mundial. La campaña de expansión castellana en América durante el siglo XVI causará un periodo de esplendor en Andalucía Occidental, especialmente en Huelva, Sevilla y Cádiz, debido a su situación como puerta de salida hacia América.

El Reino de Granada, por el contrario, tenía sus intereses en el Mediterráneo, por lo que sus contactos con las colonias americanas fueron bastante menores. Sin embargo, el siglo XVII es desastroso para Andalucía, por las epidemias de peste que sufrió. Se produce asimismo una nueva señorialización de las tierras, con el consiguiente perjuicio para los campesinos andaluces. Un hecho clave en el territorio de la actual Andalucía fue la Guerra de las Alpujarras de 1570-72. Al final de la misma, la inmensa mayoría de la población morisca fue expulsada de la tierra donde había vivido durante generaciones. En un primer momento fueron redistribuidos en el interior de Castilla, para luego ser expulsados totalmente en 1609. Muchos de estos andalusíes terminaron en ciudades del norte de África como Fez o Tetuán, donde su descendencia se prolonga en el tiempo hasta el día de hoy. La merma a la población que supuso esta expulsión no fue subsanada hasta las repoblaciones de mediados del siglo XVIII.

A principios del siglo XVII Andalucía sufría la creciente decadencia española, que le condujo a una aguda crisis y estancamiento económico. En el periodo entre 1640 y 1655 se produjeron revueltas en varios puntos de Andalucía. Los abusos fiscales del Conde-duque de Olivares llevaron en 1641 al Duque de Medina-Sidonia y al Marqués de Ayamonte a organizar una Conspiración independentista en Andalucía.

Siglo XVIII

Casa de contratación y catedral de Sevilla
Vista de Cádiz, adonde fue trasladado el comercio americano en 1717

Las crisis del siglo XVII tuvo su culmen con la Guerra de Sucesión Española, que apenas tuvo repercusión en Andalucía, que estuvo desde el principio del lado de Felipe de Anjou. Sin embargo, la escuadra inglesa y holandesa atacó en 1702 la costa atlántica cercana a Cádiz, y aunque fracasaron en su intento de establecerse allí, tomaron el enclave de Gibraltar en 1704 aprovechando su indefensión, quedando en manos inglesas tras el Tratado de Utrecht.

La subsiguiente centralización borbónica supuso para Andalucía, como territorio integrado en la Corona de Castilla, la reordenación de las reales audiencias y chancillerías, así como la organización del territorio en provincias e intendencias, herederas de los antiguos reinos, la anulación de los fueros y libertades de los municipios y la abolición de las instituciones propias.

El nuevo poder real conformó una red de comunicaciones de diseño radial en torno a la corte, con la intención de centralizar los recursos agrarios, mineros y comerciales, lo que contribuyó a la desarticulación tradicional del territorio, pues

En 1717 se produjo el traslado de la Casa de Contratación de Indias desde Sevilla a Cádiz, desplazando de la metrópoli hispalense el centro del comercio americano, que había residido en ella desde principios del siglo XVI.

En la segunda mitad de siglo XVIII, el Intendente de Sevilla y del Ejército de los Cuatro Reinos de Andalucía Pablo de Olavide, hizo una importante labor de repoblación de algunas zonas de Andalucía. Como Superintendente de las Nuevas Poblaciones de Sierra Morena y Andalucía propició que más de 1400 familias extranjeras se establecieran, en diversas colonias de Sierra Morena de conformidad con el Fuero de las Nuevas Poblaciones de 1767.Esta repoblación fue un proyecto de más de 40 años, para el que contó con amplios poderes, el apoyo de Campomanes y el caudal de las propiedades confiscadas a los jesuitas, expulsados en 1767. Con el tiempo, los colonos sufrieron una profunda asimilación de la cultura andaluza

Con el objetivo de realizar reformas económicas, sociales y educativas, fruto del pensamiento de la Ilustración, se crearon las Sociedades Económicas de Amigos del País de Cádiz (1774), Sevilla (1775), Granada (1775), Vera (1775), Sanlúcar de Barrameda (1780), Puerto Real (1785), Medina Sidonia (1786), Jaén (1786), El Puerto de Santa María (1788) y Málaga.

EDAD MEDIA

Primeras Invasiones Bárbaras

En el 411, en virtud de un foedus pactado con el Imperio Romano de Occidente, los suevos, vándalos y alanos se establecieron en la península Ibérica. Los vándalos silingos (dirigidos por Fridibaldo), más poderosos que sus hermanos asdingos, recibieron la fértil provincia de la Bética, donde permanecieron poco tiempo antes de pasar al Magreb. No es posible especificar en qué zonas de Andalucía se asentaron, debido a su corta permanencia y a la falta de hallazgos arqueológicos.

La Bética visigoda y la presencia bizantina
La Hispania visigoda hacia el año 700.
Presencia bizantina en la Península Ibérica.

Con la irrupción de los visigodos en el escenario político de la península Ibérica el 418, los vándalos fueron expulsados. El carácter meridional de Andalucía y su fuerte romanización y afianzamiento de una oligarquía territorial, capaz de tener auténticos ejércitos propios, dio a la Bética un carácter especial. Fue el último territorio controlado de facto por los visigodos, y el que mayor inestabilidad política presentaba. Muestra de ello es que en el año 521 el pontífice nombró vicario para la Lusitania y la Baetica al obispo metropolitano de Sevilla (Salustio), dando a entender que la jurisdicción eclesiástica de Tarragona no controlaba de facto los territorios del sur peninsular.

A partir del año 531 el rey visigodo Teudis llevó a cabo una rápida expansión hacia el sur, llegando a instalar su corte en Sevilla, para tener un mejor control de sus operaciones en el sur peninsular. Incluso llegó a dirigir una ofensiva, fracasada, contra el poder bizantino establecido en Settem (Ceuta). La Bética quedó definitivamente integrada en el reino visigodo de Toledo, si bien cuando los intereses de la oligarquía terrateniente hispano-romana peligraban, se producían rebeliones, como las de Atanagildo y Hermenegildo.

La rebelión de Atanagildo, con apoyo de la oligarquía de la Bética, supuso la entrada en acción del poder bizantino, en expansión bajo Justiniano I. La importancia del litoral andaluz para el comercio en el Mediterráneo hizo que se incorporara a la provincia bizantina de Spania. Sin embargo, la presencia bizantina en Andalucía fue fugaz, ya que el poder visigodo de Toledo siempre quiso recuperar el litoral perdido. Las campañas, primero de Leovigildo y luego de Suintila, hicieron que se creara un poder unificado en la península Ibérica.

Durante el periodo visigodo, en lo religioso y cultural San Leandro y San Isidoro fueron personalidades fundamentales, que desempeñaron su labor principalmente en Sevilla.